El primer paso para avanzar en la reactivación es abandonar el pensamiento dominante
Recesión persistente
Por: Eduardo Sarmiento
El Gobierno y los centros cercanos de estudio proclamaron que la economía se reactivaría en el segundo semestre y registraría crecimiento positivo con respecto al año pasado. Tan sólo en noviembre, a un mes de terminarse el año, entendieron que sus análisis, interpretaciones y decisiones estaban equivocadas. De acuerdo con las últimas cifras, la economía completaría cuatro trimestres seguidos de caída del producto y al final se contraerá con respecto al año anterior.
Las manifestaciones de la crisis no han variado. La evolución de los principales indicadores de la economía es tan pobre como al principio del año. La demanda industrial en términos nominales cae -10%, el comercio -5%, la construcción -30%, las exportaciones y las importaciones -20%, y el crédito se desploma a velocidades vertiginosas.
Las causas del mal desempeño tampoco han cambiado. En efecto, al comienzo del año anticipé que la caída de las exportaciones, inversión y el consumo ocasionarían una contracción de la demanda de 5% de PIB, y la política oficial no ha hecho mayor cosa para contrarrestarla. La política monetaria de reducir la tasa de interés siguiendo la inflación ha sido totalmente inoperante.
La baja de la tasa de 10 a 3,5% ha coincidido con un desplome del crédito, cuyo crecimiento descendió en el año de 20 a 0%. El déficit fiscal, que se estima cerca de 2,5% del PIB, ha sido insuficiente. Debido al bajo multiplicador ocasionado por la misma recesión, su impacto sobre el producto apenas llega a ese valor. El sumo ha sido la política cambiaria. En un momento en que la crisis provoca una caída generalizada de las exportaciones y Venezuela y Ecuador cierran las exportaciones colombianas, el Banco de la República, en aras de la ortodoxia, se ha dado el lujo de tolerar la revaluación, que ha acentuado la destrucción de la industria, la agricultura y el empleo. No ha querido entrar en razón para entender que en un momento de inundación de la liquidez mundial, la modalidad de cambio flexible es un suicidio.
Los fundamentos de la economía y la naturaleza de las crisis internacional y nacional son los mismos de hace dos años. La verdadera razón de los desaciertos son las teorías neoclásicas que se aplicaron en el país durante 25 años y, no obstante, que han fracasado estruendosamente a lo ancho y largo del universo, los neoliberales las mantienen contra viento y marea.
No han logrado superar la creencia de que los mercados se autorregulan o los regula el Banco de la República ni se han desprendido de los libros de texto que predicen que las economías tienden permanentemente a un estado de capacidad plena y tasas de interés positivas.
En contra de todas las señales, confiaron que la normalización de la economía provendría del mercado, el Banco de la República y la superación de la crisis mundial. Por lo demás, a diario descalifican y bloquean las propuestas sensatas para enfrentar una típica recesión de demanda. En su lugar, proceden a establecer ambiciosas metas al comienzo del año y, más tarde, las modifican con el último dato.
La economía lleva dos años en caída de la producción y tasas de interés cercanas a cero o decrecientes, controvirtiendo las teorías clásica, neoclásica y keynesiana. En el libro La recesión mundial. El colapso del modelo único muestro que este comportamiento es el resultado de un exceso de ahorro sobre la inversión que tiende a ampliarse y reforzarse.
En tales condiciones, la tasa de interés no afecta mayormente el consumo y la inversión; en su lugar, propicia un alza en los precios de los activos que le introduce una gran vulnerabilidad al sistema. Por su parte, la política fiscal se ve seriamente limitada por la fragilidad del sector externo.
El primer paso para avanzar en la reactivación es abandonar el pensamiento dominante
A la luz de este diagnóstico, las políticas tradicionales son inadecuadas o insuficientes para superar la recesión. El primer paso para avanzar en una reactivación sostenida es abandonar el pensamiento dominante.
De un lado, es necesario orientar la emisión monetaria hacia los sectores que están dispuestos a recibirla, como la financiación del déficit fiscal y los programas de empleo en las ciudades metropolitanas.
Adicionalmente, es indispensable ampliar el mercado interno y contrarrestar la caída de las exportaciones, acudiendo a recetas condenadas por la heterodoxia, ente ellas, ampliar el déficit fiscal, intervenir el tipo de cambio, revisar la estructura arancelaria y elevar el salario mínimo por encima de la inflación.
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